jueves, 21 de agosto de 2008

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Várices, una enfermedad que hoy puede curarse.

Aunque es un problema que también afecta a los hombres, las várices siguen siendo un padecimiento típicamente femenino que, en general, causa preocupación por motivos estéticos. Sin embargo, los especialistas subrayan que las várices son una enfermedad, y que puede tratarse y curarse.
"Las várices no son una cuestión estética, sino una enfermedad y, como tal, quienes las sufran deben saber que tiene curación", afirmó el cirujano Víctor Spano, director de la Escuela Argentina de Flebología, presidente de honor de la Sociedad Argentina de Flebología y Linfología y presidente del II Simposio de Flebología, que se realizó ayer en esta ciudad.
Ya sean las arañitas o esas venas zigzagueantes y protuberantes que viran al verde en la parte de atrás de la rodilla o las pantorrillas, todas son parte de una patología que no debería tomarse a la ligera. Identificar su causa permitirá desde detectar desequilibrios hormonales y alteraciones linfáticas hasta mantener bajo control posibles complicaciones.
"Cuando aparece una simple venita o un cordoncito más grande y se empiezan a hinchar los tobillos o las piernas, hay algo más que cuando se diagnostica de manera oportuna tiene solución", agregó el jefe del Servicio de Flebolinfología de la Fundación Favaloro. Además de las causas hormonales, el uso de anticonceptivos orales y el embarazo, mujeres y hombres comparten factores de riesgo modificables. Los más importantes son el sedentarismo, el sobrepeso y permanecer mucho tiempo quieto, de pie o sentado.
Para los dos primeros, las recomendaciones son obvias: bajar de peso y empezar a moverse más; andar en bicicleta y nadar son dos buenas opciones. Pero cuando el trabajo demanda estar mucho tiempo parado o sentado, como puede ocurrirles a los policías, las azafatas, los mozos y los oficinistas en general, la estrategia que suele recomendarse empieza por mover los dedos de los pies y caminar, aunque sea unos pasos cada tanto como para "masajear" los músculos del pie, la pantorrilla y el muslo para promover el retorno sanguíneo.
Por la noche, levantar un poco el colchón a la altura de los pies también ayuda. Quienes viajan con frecuencia en avión pueden usar medias elásticas y caminar cada hora por los pasillos para prevenir la trombosis del viajero. Spano recomienda también consultar al flebólogo una o dos veces por año.
"Es importante que la población comprenda que tratar las várices no es sólo sacar una venita de debajo de la piel, sino ocuparse de una insuficiencia venosa", agregó Spano.
Hoy, los flebólogos usan el ecógrafo para estudiar las várices con más precisión, y para algunos tratamientos con catéter en las venas más largas. "Es para nosotros lo que el estetoscopio es para los cardiólogos", aseguró.


Aconsejan prevenir la culebrilla mediante el uso de una vacuna.

El herpes zoster, más conocido como culebrilla, hoy no sólo puede ser prevenido mediante una vacuna, sino que debería ser prevenido.
Eso es lo que aconsejan los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés), de los Estados Unidos, que recientemente emitieron la recomendación de vacunar a todos los mayores de 60 años.
"Los estudios hallaron que en las personas de 60 o más años la vacuna reduce la ocurrencia de la culebrilla en alrededor del 50%", señaló el CDC en un comunicado de prensa, en el que aconseja dar "una sola dosis de la vacuna a las personas de 60 años o más, aun si han tenido previamente un episodio de culebrilla".
"El herpes zoster es una erupción dolorosa causada por la reactivación del virus de la varicela. Habitualmente se cura sin complicaciones, pero en el 12% de los casos puede persistir un dolor intenso que deteriora la calidad de vida del paciente", comentó el doctor Hugo Sprinsky, secretario científico del 29° Congreso Mundial de Medicina Interna, encuentro científico que se realizará del 15 al 20 de septiembre en esta ciudad y donde se debatirá sobre la aplicación de esta inmunización.
La vacuna, disponible desde 2006 en los Estados Unidos, llegaría a la Argentina durante el primer cuatrimestre de 2009. Un virus al acecho
El agente causal de la culebrilla es el virus varicela zoster.
"El primer contacto de una persona con el virus suele ocurrir en la infancia, y causa los cuadros de varicela -explicó el doctor Roberto Reussi, presidente del citado congreso-. Luego de ese primer contacto, el sistema inmunológico controla el virus, pero éste permanece latente en algunos sectores del sistema nervioso."
Factores como el estrés emocional, ciertas enfermedades graves o estados de inmunodepresión pueden disparar el retorno del microorganismo.
Picazón, hormigueos o dolor en la zona afectada suelen preceder la aparición de las ampollas características de la enfermedad.
"Las zonas más afectadas son el tronco y la zona de la cara cercana a los ojos. Las lesiones comienzan como manchas rojizas que luego se transforman en pequeñas ampollas agrupadas en una región, que comúnmente simulan la mitad de un cinturón o una banda que no pasa la línea media del cuerpo -explicaron los doctores Reussi y Sprinsky-. De hecho, zoster significa cinturón en griego."
Según estadísticas de los CDC, más de un tercio de las personas que padecen culebrilla desarrollarán complicaciones serias de la enfermedad. Ese riesgo se incrementa a partir de los 60 años, que es cuando el organismo sanitario norteamericano recomienda recurrir a la vacuna.
La complicación más temida es la llamada neuralgia postherpética, un dolor intenso en la zona afectada que puede durar meses o incluso años, y que es muy incapacitante. La vacuna reduce más del 60% el riesgo de desarrollar esta complicación, mientras que los tratamientos actuales, si bien no eliminan el virus del organismo, permiten controlar la infección y reducir también el riesgo de neuralgia postherpética.
"El tratamiento se basa en la combinación de fármacos antivirales y analgésicos -explicaron Reussi y Sprinsky-. Los fármacos antivirales pueden disminuir la progresión de los síntomas, acelerar su desaparición y prevenir la neuralgia postherpética, siempre que se inicien dentro de las 72 horas posteriores a la aparición de las lesiones."


La ciencia da su veredicto sobre los tratamientos contra las arrugas.
NUEVA YORK.- Las panaceas que prometen borrar arrugas abundan, pero ahora existe evidencia sólida acerca de cuáles son los tratamientos efectivos contra el envejecimiento de la piel. La clave es el mayor conocimiento sobre el tejido conectivo de la piel (colágeno dérmico) y la confirmación de que es la alteración de las propiedades mecánicas del colágeno externo de las células cutáneas la que produce las arrugas.
Una revisión que acaba de publicarse en The Archives of Dermatology concluye que sólo tres tratamientos antienvejecimiento demostraron ser clínicamente efectivos: la aplicación tópica de retinol, el rejuvenecimiento facial con láser ( resurfacing) de dióxido de carbono (CO2) y las inyecciones de ácido hialurónico. Todos dependen del mismo mecanismo, que es la interacción de las células de la piel (fibroblastos) con el colágeno que producen.
Según sus autores, teoría y práctica respaldan estos tratamientos. Los fibroblastos segregan un grupo complejo de polisacáridos y proteínas que forman el colágeno, que le da forma y elasticidad a la piel, y soporte a los vasos sanguíneos que la atraviesan. La red de tejido de colágeno depende de su tensión mecánica con esas células cutáneas.
La piel se deteriora a medida que envejece y su exposición a la luz solar inhibe la capacidad de los fibroblastos de producir colágeno. Las manos, la cara, el cuello y la parte superior del tórax sufren más que el resto de la piel, y la pieles más claras se arrugan más rápido que otras. El daño, escriben los autores, es una versión acelerada del envejecimiento cronológico. La radiación ultravioleta induce la producción del mismo tipo de enzimas que degradan el colágeno a medida que pasan los años. A partir de los 30
Las fibras de colágeno duran unos 30 años. Pero con el envejecimiento y la exposición ultravioleta se deterioran y se fragmentan, y el colágeno fragmentado impide la función de los fibroblastos que lo crearon. A medida que el colágeno fragmentado se acumula, se reduce su producción, se debilita la conexión entre los fibroblastos y el colágeno, y la piel comienza a arrugarse.
Existen tratamientos que combaten ese proceso. Las aplicaciones tópicas de retinol (vitamina A) fueron las primeras en demostrar utilidad. Aunque sus efectos moleculares no se comprenden del todo, el retinol hace que se forme nuevo colágeno en la piel cronológicamente envejecida y en la dañada por la luz ultravioleta.
Las cremas con retinol se venden sin receta, pero muchas no indican con qué concentración. "Muchos productos sólo indican que contienen retinol o vitamina A, sin más precisión -dijo Gary Fisher, autor principal de la revisión y profesor de dermatología de la Universidad de Michigan-. Es suficiente una concentración del 0,2 al 0,6 por ciento." Esas preparaciones poderosas pueden tener un efecto secundario: la dermatitis retinoide. De ahí el consejo de suspender su uso ante una erupción.
El retinol también vuelve a la piel más sensible al daño por la luz ultravioleta, por lo que se debe usar protección solar. "Los productos de venta libre están sobre la delgada línea que separa los efectos positivos de los adversos -opinó Fisher-. Por eso, muchos mantienen intencionalmente las concentraciones demasiado bajas como para proporcionar algún beneficio."
El resurfacing con láser de CO2 es otra terapia bien probada contra las arrugas. El láser remueve láminas delgadas de piel sin dañar los tejidos circundantes y, a medida que las heridas cicatrizan, se produce colágeno nuevo. En el medio, el tratamiento produce metaloproteinasas de la matriz (MMP, por sus siglas en inglés), una enzima que destruye el colágeno fragmentado y lo reduce para que se genere material de reemplazo. El procedimiento ayuda a eliminar cicatrices, marcas de nacimiento o tatuajes.
La curación demora dos o tres semanas. Las heridas se limpian con solución salina o vinagre diluido que previenen las cicatrices. En la mayoría de los casos, se necesita una sola sesión y su resultado dura varios años.
El tercer tratamiento efectivo es la inyección de una forma de ácido hialurónico similar a la que la piel produce normalmente, en la dermis que se encuentra por debajo de las arrugas. A medida que la inyección estira la dermis, los fibroblastos responden con una producción mayor de colágeno y menor de MMP.
En muchos casos, ese aumento del colágeno se puede ver al mes de la inyección; los efectos duran unos seis meses. Según el equipo, ese tipo de ácido hialurónico no es el que contienen algunos productos cosméticos de uso tópico, que no estimulan la producción de colágeno.
Sin embargo, ¿compensan sus riesgos los beneficios de estos tres tratamientos? "Depende de qué problema percibe la persona y cómo quiere manejarlo -dijo Fisher-. Para estos tratamientos, que tienen respaldo científico, y para las personas que quieren verse mejor, los beneficios claramente superan todo riesgo."

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